Kostnice, una Iglesia diferente (Sedlec, República Checa)

 

El Caballero Miloslav, de Sedlec,  poseedor de enormes feudos, tuvo un impresionante sueño en el intermedio de un viaje, entre las  ciudades  de Praga y Moravia.

Soñó que un pájaro se le introducía en la boca, lo que le inspiró la idea de fundar un monasterio en aquel lugar.

Invitó para ello  a  los monjes cistercienses de  Waldsassen. Los Cistercienses se habían escindido de los Benedictinos en el 1098, y proclamaban la vuelta a la vida  (y devoción) sencilla y austera.  Cuando formaron la nueva comunidad en Sedlec, en el 1142,  introdujeron en la región nuevos  métodos de cultivo, más eficaces que los que allá se conocían, y crearon pequeños embalses, a modo de precarias piscifactorías de la época, ya que , a parte de las verduras, sólo se permitían comer pescado.

Junto al monasterio, un edificio sencillo, construyeron un cementerio, «el osario Kostnice,» lo único que en la actualidad se conserva de su obra.

En 1278 el abad Jindrich fue enviado por el rey bohemio con un mensaje a Jerusalén, de donde trajo un puñado de tierra del Gólgota y la dispersó en el cementerio. Desde entonces, todo el mundo quería ser sepultado en Sedlec porque se creía que el alma de quien descansara en ese cementerio, llegaría al  cielo.  Fue  así como creció la fama del cementerio, donde, además de los checos,   llegaban difuntos de Babiera, Polonia, Bélgica…

La epidemia  de peste causó un enorme impacto en la zona. Se cree  que entre el 30% y el 60% de la población de Europa murió desde el comienzo del brote, a mitad del siglo XIV.

Aproximadamente 25 millones de muertes(  junto a otros 30 a 40 millones en África  y Asia). Algunas localidades fueron totalmente despobladas, con los pocos supervivientes huyendo y expandiendo la enfermedad aún más lejos.

Sólo en el año 1318, fueron sepultadas en el cementerio de  Sedlec más de treinta mil personas.

Posteriormente, en el S.XV,se produjeron las guerras husitas, la rebelión de los  bohemios husitas, de ideología cristiana, pero muy cercana a lo que hoy se denominaría comunismo,  contra la autoridad del Sacro Imperio Romano Germánico. La rebelión fue provocada por el maltrato de Juan Hus, rector de la Universidad de Praga,  un teólogo que se opuso a la mundanalidad de la iglesia. Él asistió al Concilio de Constanza (1415) después de haber recibido un salvoconducto  del emperador Segismundo. Sin embargo, el consejo le condenó como hereje, convenció a Segismundo a traicionar la palabra dada, y lo quemaron en la hoguera. Esta indignación avivó las llamas de la revuelta en Bohemia y la cruel guerra, en la que acabaron con 500 de los monjes de  Sedlec.

Según el actual administrador del lugar, «Gran parte de los huesos tiene huellas de heridas. El cementerio fue enorme, se extendía en una superficie de tres hectáreas y media. Tras las guerras husitas, el cementerio quedaba pequeño, los restos mortales primero se colocaban alrededor de la capilla. Más tarde fueron trasladados a su parte inferior donde en 1511 un monje medio ciego formó con ellos seis pirámides», desde entonces, en una extraña práctica de respeto, se han utilizado los restos mortales en la ornamentación de las capillas, como símbolo de la vanidad de la vida humana y la presencia constante de la muerte.

En la actualidad, sólo se conservan dos capillas, una encima de la otra. La superior, en la que hasta hace muy  poco, todavía se celebraba la  Misa, simboliza  La Luz Eterna, la inferior es el puro Osario, simboliza la Paz Eterna.

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En total se estima que almacenan

más de 40.000 esqueletos humanos, colocados artísticamente para formar la decoración y el mobiliario de la capilla.

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Blog de Obsidiana

¿Qué puede llevar a un ser humano a suplantar la identidad de otro?, ¿la necesidad, el ansia de poder, de destacar… la envidia, la locura?

Hefesto, el dios griego del fuego, de la forja, debía cumplir un encargo: fabricar la verdad., pero, distraído por unas voces que le llamaban fuera, se ausentó de la fragua y dejó sólo a Dolos. Este daimon aprovechó la ocasión y construyó una estatua idéntica a la de su maestro. Cuando Hefesto volvió, se sorprendió gratamente de las artes de su aprendiz, y metió ambas estatuas en el horno. Pero a Dolos no le había dado tiempo para acabar su obra, y no había terminado de crear los pies. Por éso, cuando ambas estatuas salieron del horno, Alethia (la Verdad) caminaba con pasos firmes mientras que la Mentira lo hacía a su sombra, pero con pasos inseguros y tambaleantes, aunque ambas en principio resultaban similares.

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LA CREACIÓN DEL MUNDO, EL BATIR DEL OCÉANO (Mahabharata)

                                                                       

Miniatura Kangra del S. XVIII en la que los anti-dioses tiran de las cabezas de la serpiente Vasuki y los dioses de la cola. «El batir del Océano»

Los dioses, se reunieron en el monte Meru, para reflexionar sobre cómo obtener el amrita (inmortalidad).

Visnu propuso: Los Devas deben  batir el «balde» del Océano. Al hacerlo, saldrá el elixir, junto con todas las joyas y hierbas.

Fueron al monte Mandara, lo arrancaron y lo colocaron a lomos de una tortuga.

Vasuki se ofreció como cuerda y así, empezaron a batir el océano. Los Asuras y los Danavas tomaron un extremo de Vasuki y los Devas el otro. Dieron vueltas y vueltas al monte Mandara,  tantas que los árboles salieron despedidos y prendieron fuego. Indra (El de los mil ojos), apagó las llamas con el agua de sus nubes. La sabia de todas las plantas  corrió hasta el océano, y fué tanta, que lo convirtió en leche y después en mantequilla.

Casi exhaustos, los dioses siguieron batiendo  e hicieron surgir el Sol, la Luna, la Diosa de la Fortuna y el divino médico Dhanvantari con el elixir de la inmortalidad.

Vishnu (El de los grandes pasos),  convenció a los Asuras de que le regalasen todo el elixir a los Devas, pero Rahu se apoderó de una gota… aunque antes de que la tragara, Vishnu lo decapitó.

Enfurecidos, los Asuras entablaron grandes luchas, pero fueron derrotados y al final los dioses, victoriosos, volvieron a colocar el monte Mandara, en su lugar.

Desde entonces, Rahu y la Luna mantienen una eterna lucha, lo que explica la aparición y desaparición periódicas de nuestro satélite por el cuello cortado de Rahu.

MARCO AURELIO, MEDITACIONES

Todo lo que es bello, sea como sea, lo es para sí mismo, sin que tenga parte en él el elogio. Está claro que «lo que recibe el elogio» no se hace peor o mejor por recibirlo.¿La esmeralda se hace mejor si no recibe elogios?

 

 

¿Hay algo realmente bello que embellezca por los elogios o se destruya por la crítica?, ¿Y qué pasa con el oro, con el marfil, con la púrpura, con una lira, un estilete, una florecilla, un arbolillo…?

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El arte que aprendiste, ámalo, tómate un respiro en él; pero recorre lo que te resta de vida, tras depositar con toda tu alma en manos de los dioses, todo lo tuyo,  sin instalarte ni como tirano, ni como esclavo de ningún  hombre.

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La muerte es una tregua a la reacción sensorial, a que te manejen como marioneta los impulsos, al rodeo de la reflexión, al tributo que se rinde con la carne.

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Sé vigilante, no te «Cesarices» (endioses), no te empapes en púrpura, como ocurre a menudo. Mantente digno, sencillo,bien intencionado, afectivo, fuerte para ejecutar lo conveniente.

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Respeta a los dioses, salva a los hombres. La vida es corta, el único fruto de la existencia sobre la tierra es una disposición virtuosa y  unas acciones comunitarias.

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Alejandro de Macedonia y su palafrenero, una vez muertos, vinieron a parar en lo mismo. O regresaron a las mismas razones generadoras del Universo, o se dispersaron por igual en átomos.

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Si no es apropiado, no lo hagas; si no es verdad, no lo digas. Que tu impulso sea firme.

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Marco Aurelio Antonino Augusto
2 (apodado «El Sabio«) (26 de abril de 1213 – 17 de marzo de 180) nacido en Roma, fue emperador del Imperio romano desde el año 161 hasta el año de su muerte en 180.Está considerado como una de las figuras más representativas de la filosofía estoica.

BAGA YAYA, el mito de la bruja eslava

La Baga Yaya es con mucho, la figura mítica más popular de los cuentos eslavos.

Tiene poder sobre los animales, viaja a bordo de un mortero y mientras  se impulsa con la mano del mortero, borra sus huellas con la escoba que porta en su otra mano.

Vive en medio de un bosque, en una choza que se alza del suelo con patas de pollo y  cambia de situación. Para entrar en la choza, el héroe o la heroína, tienen que pronunciar las palabras mágicas, «Casita casita, da la espalda al bosque y voltea hacia mi».Tras lo cuál, aparece la puerta. Dentro, la figura de la vieja y repugnante bruja, ocupa todo el espacio del habitáculo, con carne de sus víctimas (generalmente niños) y vino.  Su nariz, larga y enorme, llega hasta el techo y sus dientes puntiagudos llegan a la pared. La llaman la «piernas flacas». La verja de su jardín está hecha de huesos.

La situación remota de la choza,  da la idea de que ella es la Guardiana del otro mundo. Sus sirvientes tienen forma de «manos espectrales». También tiene a su servicio  a  los caballeros Blanco, Rojo y Negro, mediante ellos, el día y la noche cumplen su mandato.

Ella es la guardiana de los cambios.

Si entras en su zona, te causará la muerte, pero puede ser amiga fiel de los héroes en sus gestas.

Envejece un año cada vez que le hacen una pregunta y para rejuvenecer bebe un te hecho de unas extrañas rosas azules, por lo cuál, si quieres   tenerla como amiga, nada mejor que obsequiarla con esas flores …

La Baga Yaya está vinculada a los ritos prehistóricos de iniciación de las tierras del norte. , en las que al llegar la edad viril, los jóvenes debían cumplir las pruebas iniciáticas, saliendo del poblado y  entrando en una choza «especial», de la que salían como adultos.

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Sobre «El Golem» de Gustav Meyrink (de Le Visage vert)

.La llave que nos hará dueños de la naturaleza interior, está oxidada desde el Diluvio.

Se llama: «velar».

Velar lo es todo.

El hombre está firmemente convencido de que vela;  pero, en realidad, está preso en una red de sueño y de sueños que ha tejido él mismo. Cuanto más se aprieta la red, mejor impera el sueño.

Los que están sujetos por sus mallas, son los durmientes que caminan por la vida como rebaños de ga­nado llevados al matadero, indiferentes y sin pensar.

¡Vela en todo lo que hagas! No te creas ya despierto. No, tú duermes y sueñas.

Reúne todas tus fuerzas y haz que por un instante resplandezca en todo tu cuerpo este sentimiento:

   ¡ahora, estoy en vela!

Si ésto te da resultado, reconocerás en seguida que el estado en que te encontrabas, te parece ahora un embotamiento y un sueño.

Lee las Escrituras santas de todos los pueblos de la Tierra. Por todas ellas se desliza, como un hilo rojo, la ciencia oculta de la vela. Es la escala de Jacob, que combate toda la «noche» con el ángel del Señor, hasta que llega el «día» y obtiene la victoria.

En este camino del despertar, el primer enemigo que encontrarás será tu propio cuerpo.

Lucharás contigo hasta el primer canto del gallo.

Pero si percibes el día del despertar eterno, que te aleja de los sonámbulos que creen ser hombres y que ignoran que son dioses dormidos, entonces el sueño de tu cuerpo desaparecerá también y dominarás el Universo.

Entonces podrás hacer milagros, si así lo quieres, y no te verás obligado a esperar, como un humilde esclavo, que un cruel dios falso tenga la amabilidad de llenarte de presentes o de cortarte la cabeza.

Los baños helados de los brahmanes, las noches de vigilia de los discípulos de Buda y de los ascetas cristianos, los suplicios de los faquires hindúes, no son más que ritos esculpidos que indican que allí se elevaba el templo de aquellos que se esforzaban en velar.

Cuando los hombres se levantan del lecho, se imaginan que han alejado el sueño de sí
y no saben que son víctimas de sus sentidos, convirtiéndose en presa de un nuevo sueño,
mucho más profundo que aquél del que acaban de salir. Sólo existe una única forma de
vigilia y es a la que tú te acercas ahora. Hablales a los hombres de ello: te dirán que estás
enfermo, pues no pueden entenderte. Por eso es inútil y cruel decirles nada.
Van como un río…
Y están como dormidos.Igual que la hierba que pronto se marchita… que se rompe al anochecer y se seca..

ALGO MÁS QUE TRES TIPOS RAROS

                                                                                                 Mariá Fortuny Fantasía sobre Fausto

Un astrónomo y dos funcionarios. Hombres del XIX, el siglo de los cambios, de las revoluciones «personales». Tres  mentes ávidas, abiertas a todo el conocimiento.  Algo más que tres tipos raros…

Josep Comas i Solá,

(19 de Diciembre  1868 – 2 de Diciembre 1937), barcelonés y astrónomo,

divulgó la  coincidencia existente en una vía de Barcelona, inaugurada el año 1894, el Paralelo,

(cuyo trazado coincide con el paralelo geográfico 41° 22’ 33’’ norte).

Solá  fue un estudioso avanzado a su época. Cuando tenía 15 años, analizó  un meteorito caído en Tarragona.  Años después, ya licenciado en  física y matemáticas, aportó un sin fin de datos astronómicos. Por ejemplo, calculó  el diámetro de Mercurio observando su tránsito  por delante del Sol de 1907 y 1909. También aportó nuevos e importantísimos datos sobre Júpiter, Saturno y sus satélites.  Observó y fotografió con regularidad el retorno del cometa Halley el año 1910.

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Mario Roso de Luna 

(Logrosán, Cáceres, 15 de Marzo  de 1872- Madrid, 8 de Noviembre de 1931)

Abogado,teósofo,  astrónomo aficionado, periodista y escritor.

En 1893, el día 5 de julio, avistó un cometa que, desde entonces, se dice lleva su nombre:  el cometa, denominado, C/1893 N1 (Rordame-Quenisset), fue descubierto oficialmente el 19 de junio por el norteamericano W. E. Sperra desde Ohio, aunque pasó a la historia gracias a las observaciones del astrónomo francés  Quenisset, ayudado por C. Rodame desde el Observatorio de Juvisy (Francia).

De gran sensibilidad psíquica, fue un apasionado investigador de todos los campos del conocimiento. En 1902 al conocer las obras de H.P. Blavatsky, se adhirió al Movimiento Teosófico, siendo autor de múltiples y eruditos libros sobre el tema. También conocido como «El Mago de Logrosan», escribió sobre geografía e historia natural, aparte de artículos de prensa con el seudónimo «Rigel». 

En su lecho de muerte se despidió diciendo «Ningún hombre es indispensable. No me lloréis. De una sola manera honrareis mi memoria: ¡Continuad mi obra..! ¡Superadla!».

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Fernando Pessoa  

(LisboaPortugal13 de junio de 1888 — 30 de noviembre de 1935),

Gran aficionado a la astrología, corrigió en una carta al ocultista Aleister Crowley, por sus errores  en una publicación en prensa. 

Crowley, intrigado e impresionado por el escritor, viajó a Portugal para encontrarse con él.  En Estoril hay una placa conmemorativa de este encuentro.    Crowley se alojó en el Hotel Miramar, fingió su  suicidio y  la posterior desaparición de su  cuerpo, en una misteriosa tragicomedia que a Pessoa le costó ser varias veces llamado a declarar por la policía de Estoril.                                                                                                                   ¿Fué algún tipo de prueba o iniciación  para el poeta?

Pessoa vivió una vida sencilla de funcionario en Lisboa.  Nadie podía intuir que  al hombre de la gabardina gris, «de la vida gris» se  le descubriría tras su muerte, como el gran escritor y poeta que era. Múltiples fueron sus heterónimos.   Ricardo Reis, Alberto Caeiro y Álvaro de Campos eran sus otras «personalidades». Quizás el más importante  fue Bernardo Soares.  Pessoa describe a Soares como un semi-heterónimo, porque “no siendo su personalidad la mía, es, no diferente de la mía, sino una simple mutilación de ella. Soy yo menos el raciocinio y la afectividad.” Su magnífico «Libro del desasosiego» narra la vida, y las  penas existenciales  de Soares. Unas penas, una vida, unas  ideas cercanas, nada ajenas a cualquiera de nosotros, a nuestras propias vicisitudes y dudas.


El sapo y la huerfanita. ( de los hermanos Grimm)

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Una huerfanita hilaba, sentada sobre el muro de la ciudad, cuando vio salir un sapo de la hendidura.
Rápidamente, extendió junto a ella su pañuelo de seda azul (que los sapos aman con pasión y sólo a ellos se dirigen). En cuanto el sapo lo vio, dio media vuelta, volvió con una corona de oro, la colocó sobre el pañuelo y se fue de nuevo.
La
niña, tomó la corona;  centelleaba, la formaban los más delicados hilos de oro…
Al poco rato, el sapo volvió y, al no ver la corona, se deslizó por el muro y golpeó contra él la cabecita , lleno de dolor, hasta que sus fuerzas se agotaron y calló muerto.
Si la niña hubiese dejado la corona un poco más de tiempo, el sapo hubiera
sacado más y más tesoros de la hendidura.

Más historias aborígenes…

Los descubridores del fuego

El sol era el único «cocinero» en aquellos tiempos. 

Bootoolga a modo de entretenimiento, frotaba dos piezas de madera, cuando de repente saltó una chispa a la que continuó un pequeño rastro de humo. ¡¡¡Mira!!!, le dijo a su compañera Goonur, ¿Ves lo que pasa cuando froto estas dos piezas de madera?. . . ¡¡¡humo!!!. . . .

Podremos hacer fuego para nosotros y con él cocinar nuestras comidas, por lo que no tendremos que esperar hasta que se seque con el Sol. Goonur dijo, “El fuego mejorará sin duda nuestra vida. Parte el palo y rellena la grieta con hierbas y cortezas de árbol para que la chispa inicie un buen fuego”.

Bootoolga hizo como ella le sugirió y después de frotar mucho, un pequeño fuego apareció por la grieta y las cortezas empezaron a echar humo. Así fue como Bootoolga, la grulla, y Goonur, la rata canguro, consiguieron su primer fuego.

“Tenemos que guardar esto en secreto para que ninguna tribu se entere”, dijeron los dos. “Nos adentraremos en nuestro “needlebush” (matorral espinoso) para hacer nuestro fuego y cocinar nuestra propia comida en secreto. Después esconderemos nuestros palos del fuego, teniendo la precaución de tener uno de ellos siempre guardado en nuestra bolsa de piel de canguro”.

Bootoolga y Goonur cocinaron el pez que capturaron y comprobaron que estaba delicioso. Llevaron un poco de esta comida a su campamento y los otros miembros de la tribu notaron con facilidad que este pez era muy diferente al que se cocinaba secado al sol y preguntaron: “¿Qué le habéis hecho al pez para que sepa de esta forma?”. . . “Lo hemos secado al sol como siempre”, dijeron ellos. Esta respuesta no convenció a nadie, pero debido a la insistencia de Bootoolga y Goonur renunciaron a seguir interrogando.

Los días siguientes, ellos continuaron haciendo la misma operación, rehusando aún a decir cómo conseguían que sus peces fueran tan blancos y escamosos.

Fue entonces cuando Bulooral, el buho de la noche, y Ooya, el loro, fueron elegidos para que siguiesen a la pareja, y cuando Bootoolga y Goonur fueron al bosque nuevamente los espías les siguieron y vieron cómo éstos sacaban el palo de su bolsa de piel de canguro, el cual soplaron al ponerlo en un montón de hojas e hierbas. Al poco tiempo vieron aparecer una pequeña llama, la cual era alimentada con más palitos hasta que todo el montón ardía. Al final del proceso cuando la llama se apagaba vieron cómo la pareja echaba sus pescados sobre las brasas y los cocinaban.

Bulooral y Ooya corrieron hasta el campamento para contar a todos lo sucedido. Cuando las demás personas escucharon lo que pasaba, sintieron envidia y decidieron, entre todos, averiguar cual sería la mejor forma para arrebatarles el palo de fuego a Bootoolga y Goonur. Al final decidieron organizar un corroboree (danza especial parte de una ceremonia sagrada) tan espectacular que consiguió  que Bootoolga y Goonur olvidaran de proteger su palo de fuego, para que de esta forma Biaga, el halcón, pudiera robárselo con facilidad.

Cuando todo estaba planeado y bien organizado empezaron a invitar a todas las tribus de los alrededores. Y conforme iban compareciendo, la variedad y colorido de los invitados era un espectáculo fantástico.

Beela, de la tribu de la cacatúa negra, venía con manchas brillantes de un anaranjado-rojizo en su piel negra, mientras los pelícanos contrastando con ella eran de casi un blanco puro, nada más que un poquito de su piel negra era visible, dónde se había quitado la pintura blanca. Los black divers venían como eran, con sus pieles negras bien abrillantadas para que relucieran como el satén. Luego llegaron los Millias, las bonitas ratas canguros, de las colinas empedradas y después de ellos los Bukkandi, la tribu de los gatos nativos, pintados en múltiples colores y con muy variados diseños. También había Galahs, gris y rosa, y los Billai, loros verdes y carmesí; y los pequeños Gidgerigars, pero quizás los más impresionantes de todos eran los Brolgas, con sus cabezas pintadas en rojo y sus cuerpo grises, quienes eran solicitados para que hicieran una demonstración de su magnífica danza.

Cuando llegó la hora del corroboree, Bootoolga advirtió a Goonur que no podían participar por que tenían que proteger su bolsa de piel de canguro. Entonces Goonur se sentó al lado de su esposo y se colgó la bolsa en su hombro, pero estaba tan atenta al espectáculo que la bolsa se deslizó de su hombro. Justo cuando Biaga, el halcón, fue a apoderarse de la bolsa Bootoolga lo vió y rápidamente la puso en su hombro otra vez.

Biaga se escondió nuevamente mientras que todos los ojos estaban atentos a los Brolgas que comenzaban a danzar. . .

Dando un paso hacia adelante, haciendo una reverencia y volviendo hacia atrás, uno, dos, tres, uno, dos, tres. . . una vez y otra vez.

Su actuación era tan cómica, con expresiones tan dignas que el público temblaba con tanta risa. Durante el espectáculo, Bootoolga y Goonur, se olvidaron de la bolsa de piel de canguro, que nuevamente volvió a deslizarse del hombro de Goonur, quedando muy al alcance de Biaga. Rápidamente la cogió, sacando de ella el palo de fuego, acumuló un montón de hojas cerca de él y prendió fuego antes de que nadie sospechara lo que estaba sucediendo.

Cuando la pareja descubrió que su palo de fuego había desaparecido ya era demasiado tarde. Bootoolga persiguió a Biaga, pero éste se alejaba rápidamente en grandes círculos, prendiendo la hierba mientras corría, hasta que todos los de la fiesta fueron rodeados por un pequeño círculo de fuego.

Y así fue como el secreto del fuego que poseía Bootoolga, la grulla, y Goonur, la rata canguro, fue compartido por todas las personas.»

TRES ERMITAÑOS (no exactamente los de León Tolstoi)

A un islote perdido del Mar del norte, fueron enviados tres jóvenes novicios provistos de unos pocos enseres, a lo que sería la aventura de  algunas  semanas.  El gran Pope quería investigar sobre la resistencia humana y la convivencia de un grupo pequeño aislado del mundo.

La guerras azotaron Rusia y la Iglesia olvidó a los jóvenes.

Muchos años después, el documento de su viaje fue descubierto entre otros muchos otros… un escalofrío de terror invadió a los religiosos ¿ que habría ocurrido con los pobres ermitaños?. Se decidió enviar un barco para investigar el triste error y sus indudablemente tristes consecuencias.

Tras varios días de viaje y atacados por un frío helador, la tripulación del barco asomó la cabeza con tristeza: allí estaba la peña solitaria y yerma, sólo tres troncos secos plantados en medio de la playa parecían dar la bienvenida. El religioso enviado por la Iglesia bajó a la barcaza y en ella fue conducido a tierra.

Ya en la playa, se asombró y alegró inmensamente. Lo que desde el barco parecían troncos de árbol, eran tres hombres barbudos, ancianos, semidesnudos, pero muy vivos y sonrientes!!

 Tras los abrazos y la alegría, los hombres fueron informados de que debían volver al continente ya que aquella tierra evidente-mente, no era un lugar apropiado para vivir. Pero los ermitaños insistieron en quedarse, habían subsistido durante muchos años y nada les haría dejar su hogar.   El enviado de la Iglesia, escuchó perplejo las palabras inseguras (parecía que durante mucho tiempo habían practicado el silencio) de los ermitaños- en verdad los entendía, de alguna manera habían conseguido sobrevivir!!

-De acuerdo, se quedarán,, pero debemos analizar cuáles han sido las reglas y oraciones sobre las que han sustentado la Fe.

Los tres hombres se miraron y respondieron con sencillez:

-Señor, no teníamos formación cuando llegamos, no sabemos nada más que una oración que hemos inventado nosotros:

-TRES, SOMOS TRES,¡SEÑOR, TEN MISERICORDIA DE NOSOTROS!

El religioso tuvo que sonreír ante tamaño desatino, les prometió enseñarles nuevas oraciones y en unos pocos días, todo estaría «en orden» y él podría marcharse con el barco.

Cada mañana, la barcaza atracaba en la playa y el religioso intentaba instruir a los pobres desgraciados, pero ni siquiera sabían leer y resultaría muy complicado que aprendieran nada.

Los tres ermitaños estaban cada día más tristes. Sabían que no eran nada, no valían para nada y no conseguían recordar lo que el religioso les enseñaba., pero al final consiguieron recordar algunas frases religiosas y el sacerdote, harto de aquel viaje, de tantas idas y venidas, decidió dejarlos y volver al continente,¡ que los de allí decidieran qué se hacía con los pobres hombres!.

La mañana de su partida, todos en el barco miraban con extrañeza la roca aislada. Allí quedaban los pobres viejos!

Cuando ya estaban en alta mar, una luz muy fuerte se acercó al barco. Todos se asomaron para ver lo que era: eran los tres ermitaños que corrían hacia el barco sobre las aguas del mar. Gritaban que necesitaban que el sacerdote les volviera a recitar las frases que habían olvidado.

El religioso, asombrado y reverente les respondió:

-SEGUID CON VUESTRA ANTIGUA ORACIÓN.