
Henri-Louis Bergson
(París, 18 de octubre de 1859 – Auteuil, 4 de enero de 1941), Nobel de Literatura en 1927.
«La ciencia y la filosofía, que están pensadas desde lo espacial, no han conocido apenas la intuición. Han operado siempre con las categorías del pensamiento conceptual, que no sirve para aprehender la vida y el tiempo real. Por eso, el hombre encuentra una gran dificultad para pensar estas realidades; le faltan los instrumentos adecuados y más aún, el hábito de servirse de ellos».
«La función del cerebro, el sistema nervioso y los órganos sensoriales es principalmente eliminativa, no productiva. Cada persona, en cada momento, es capaz de recordar cuanto le ha sucedido y de percibir cuanto está sucediendo en cualquier parte del universo. La función del cerebro y del sistema nervioso es protegernos, impedir que quedemos abrumados y confundidos por esta masa de conocimientos en gran parte inútiles y sin importancia, dejando fuera la mayor parte de lo que de otro modo percibiríamos o recordaríamos en cualquier momento y admitiendo únicamente la muy reducida selección que tiene probabilidades de sernos prácticamente útil.»

Bergson se educó en el Liceo Condorcet y la École Normale Supérieure, donde estudió filosofía. Después de una carrera docente como maestro en varias escuelas secundarias, fue designado para la École Normale Supérieure en 1898 y, desde 1900 hasta 1921, ostentó la cátedra de filosofía en el Collège de France.
En 1914 fue elegido para la Academia Francesa; de 1921 a 1926 fue presidente de la Comisión de Cooperación intelectual de la Sociedad de Naciones. Poco antes de su muerte en 1941, Bergson expresó de varias maneras su oposición al régimen de Vichy ( de ideología fascista y antisemita), él mismo se presentó ante las autoridades, como judío que era, aunque dada su popularidad y mal estado de salud no lo habían molestado, “quise permanecer entre aquellos que mañana serán perseguidos”. Es conocida su simpatía por la religión católica, a la que nunca se unió formalmente, por un sentimiento de solidaridad con el injustamente atacado pueblo judío.
La nueva filosofía del S. XX, no quiere ser absorbida por la ciencia y las matemáticas. Se buscan márgenes más amplios que salgan de lo puramente intelectual y se adentren en el mundo del espíritu. El problema es reconocer la «realidad» de ése mundo interno del hombre: la memoria y la conciencia. Para encontrarlo, hay que investigar los límites del saber científico.

Kant decía que el pensamiento sin intuición es ciego, pero que la intuición sin el concepto no es ciencia. Según el filósofo prusiano, espacio y tiempo son términos comparables y paralelos. Bergson se opone a esta teoría, para él, el espacio es un sistema de puntos, se puede pasar de uno a otro en cualquier dirección.
El tiempo, al contrario, es irreversible: El tiempo es una creación sostenida que no tiene «marcha atrás». Espacio y tiempo son entre sí, como la materia y la memoria, como el cuerpo y el alma, son opuestos. Igual que para él, lo son la razón y la intuición.

Bergson diferencia claramente el ámbito en el que domina la inteligencia, las ciencias, todas las áreas del conocimiento científico, con otro, el de la percepción lineal, más enriquecedora, de lo que vivimos como «realidad». Una realidad que no está compuesta por instantes independientes, petrificados en conceptos. La realidad, según Bergson, la vivimos en la duración del «Élan Vital«, el tiempo vivo, la realidad creadora que no se compone de elementos, sino de una sucesión lineal de tiempo integrado., algo que el pensamiento, esquematiza y empobrece. Ortega, el filósofo español, compartía este término, aunque lo denominaba «razón vital», según él, Bergson nunca solucionó el problema de la carga de irracionalidad, que necesariamente conlleva la intuición.
La evolución creadora: la distinción entre lo orgánico y lo inorgánico. el repaso de las teorías evolutivas y su proposición. La conciencia se impone a la materia, la duración como trazo de unión..
La mecánica trata el tiempo de un modo matemático, espacialmente, como un receptáculo vacío y homogéneo que forma una línea; éste no es el tiempo real, el tiempo real es (en la opinión de Bergson) una pura duración, que se capta en la experiencia interna.
La mecánica no comprende el tiempo, pues lo concibe según el modo de ser del espacio; además hace imposible el movimiento, pues lo divide en unidades cuya entidad es completa en sí misma.Es la creatividad del «sprit», la conciencia interior que tenemos de las cosas, la intuición, la que puede llevarnos empíricamente a una aproximación más real de nuestro potencial y de la realidad del mundo que nos rodea.


Los místicos son, evidentemente, los maestros en ese campo. Tienen unas experiencias vividas, personales, que apenas pueden expresarse con palabras. Este es el caso de San Juan de la Cruz y Santa Teresa de Jesús, que impresionaron fuertemente a Bergson, quien en 1929 decía:»A San Juan de la Cruz y a Santa Teresa, se les debe colocar por encima de todos los místicos. Su lectura me ha iluminado mucho y la convergencia o complementariedad de estos dos espíritus tan diferentes y, sin embargo, idénticos en su aprehensión de Dios, es para mí una prueba de la verdad. Los amo en igual medida y, sin embargo, coloco a San Juan de la Cruz en la cumbre de todo». Añade Bergson que, cuando leyó a estos dos místicos españoles, encontró sobre todo «esa nota de realidad que no engaña, que distingue, desde el primer instante, con golpe seguro, la historia de un viajero que ha recorrido los países de que habla, de la reconstrucción artificial de estos mismos países hecha por alguien que no ha estado en ellos». Antes de descubrirlos, Bergson dice que sólo poseía un «vago espiritualismo».
«La mística, llama a la mecánica, y la mecánica a la mística, es decir, la mecánica reclama un «suplemento del alma» capaz de domeñar las fuerzas excepcionales desencadenadas por la inteligencia del hombre. Sólo de esta forma podrá desarrollarse la » función social del universo, que es una máquina para hacer dioses»
Bergson estuvo en España en 1916 y se refirió a ese viaje en estos términos: «En Madrid puse a prueba a mi público mediante una conferencia sobre el sueño: después, viendo que éste me seguía muy bien, hasta el punto de anticiparse a mí por el camino que yo seguía, abordé la elevada cuestión del alma, de su espiritualidad, de la supervivencia, de nuestro destino inmortal, y llevé a mi auditorio más lejos y más arriba de lo que había hecho nunca. Ninguna sorpresa, por tanto, al comprobar que España es el país de los espíritus generosos como Don Quijote y de místicos como Santa Teresa y San Juan de la Cruz».
En 1923, Bergson dijo que «el español es noble y generoso, hasta en sus errores. Hay en España una gran fuerza espiritual en reserva, que podrá entrar en juego cuando la ola de la industrialización haya sucumbido». Y años más tarde: «España: un gran país, cuya actitud espiritual descubrí con gran maravilla, el más capaz, sin duda, de resistir al bolchevismo, en el cual yo veo la mayor amenaza para nuestra civilización».
Obra:
Essai sur les données inmédiates de la conscience/ Ensayo sobre los datos inmediatos de la conciencia. (1889)-La conciencia es un tiempo que dura: Esto daría como resultado la libertad y de ahí parte la crítica a los planteamientos mecanicistas y cientifistas . Le Rire/ La risa. (1899)- Bergson entiende que la risa es una proyección y una descarga de tensión emotiva ante algo que nos representa.
Matière et mémoire/ Materia y memoria. (1896):- Considera dos tipos de memoria: la memoria técnica (o constructiva), que se basa en la repetición y hábitos motores. La memoria vital, que revive un acontecimiento pasado en su originalidad única. Constituye el fondo de nuestro ser (Bergson para estudiar a la memoria comienza por estudiar a los materiales no orgánicos que tienen capacidad de recuperar algunos aspectos prístinos tras haber sido alterados).
L’évolution créatrice / La evolución creadora. (1907) Acumuló material durante once años y pasó vacaciones enteras estudiando las costumbres de las hormigas y las abejas. De su estudio dedujo que sólo en unas pocas líneas -los insectos y los vertebrados- se da un progreso hacia formas cada vez más altas y complejas, mientras que en las demás se multiplican las desviaciones, los paros y los retrocesos. Sólo la ruta de los vertebrados «ha sido suficientemente amplia para dejar pasar libremente el gran soplo de la vida». Contempla al hombre como «el término y la finalidad de la evolución».
L’Énergie spirituelle / La energía espiritual. (1919): Es una recopilación de conferencias, Aparecerán en este libro experiencias como el sueño, las patologías de la memoria, el falso reconocimiento (el célebre “recuerdo del presente”), incluso la telepatía. «Nosotros producimos electricidad en todo momento, la atmósfera está constantemente electrizada, circulamos entre corrientes magnéticas; sin embargo millones de hombres han vivido durante miles de años sin sospechar la existencia de la electricidad. También pudimos pasar, sin darnos cuenta, al lado de la telepatía».
Les deux sources de la morale et de la religion / Las dos fuentes de la moral y de la religión. (1932).: Mostrar de qué manera la aparición del cristianismo y su posterior consolidación en el universo occidental significa un “salto” evolutivo espiritual y social. Espiritual por inaugurar una nueva actitud en relación a la sociedad y a la humanidad (la de la acción y el amor) y social por cuanto esta situación habría posibilitado el surgimiento de una nueva forma de organización social, cual sería la democracia y la representación parlamentaria en el Estado Moderno.

Bergson afirma que «empujado» por su «Élan Vital». la naturaleza lleva al hombre hacia su evolución social, igual que ha hecho con las abejas o las hormigas…
Aunque los logros del hombre no están predeterminados como los de éstas, sino que dependen directamente de su inteligencia y de la voluntad, la suma de las cuales es el impulso creador. Lo que más acerca al hombre a este impulso, es la moral y la religión. No una moral cerrada que sólo vela por sus intereses o rige únicamente a los miembros de «su» comunidad para la supervivencia, no, una moral abierta, de amor por todo lo creado, sin límites, en la que la religión , «religere«, le da perspectiva y profundidad.
-«Debemos obrar como hombres de pensamiento; debemos pensar como hombres de acción». -«La libertad es un hecho, y entre los hechos que observamos, no hay ninguno que sea más claro».
-«El presente sólo se forma del pasado, y lo que se encuentra en el efecto estaba ya en la causa».
-«La contemplación es un lujo, mientras que la acción es una necesidad».
-«Los conceptos están incluidos en las palabras».
Bibliografía: