HILANDERAS, LAS QUE TEJEN EL DESTINO.

 Diego de Velázquez. 1657. Óleo sobre lienzo. 220 x 289. Museo del Prado. Madrid. Es una de las obras emblemáticas del pintor, realizada en sus últimos años de actividad. El cuadro representa una escena que parece costumbrista, un taller de costura. Sin embargo el tema representado es mucho más complejo. Lo que representó Velázquez fue una escena mitológica, “la fábula de Aracne” que representa la contienda entre Atenea y Aracne por ver quien tejía mejor, y la consiguiente transformación en araña de Aracne como maldición impuesta por la diosa Atenea.
Diego de Velázquez. 1657. Óleo sobre lienzo. 220 x 289. Museo del Prado. Madrid. Es una de las obras emblemáticas del pintor, realizada en sus últimos años de actividad. El cuadro representa una escena que parece costumbrista, un taller de costura. Sin embargo el tema representado es mucho más complejo. Lo que representó Velázquez fue una escena mitológica, “la fábula de Aracne” que representa la contienda entre Atenea y Aracne por ver quien tejía mejor, y la consiguiente transformación en araña de Aracne como maldición impuesta por la diosa Atenea.

Hace años que visité por primera vez  «El Prado».  Durante la visita, en ningún momento me abandonó el asombro y la admiración por  la belleza y  calidad  del arte que allí se expone.

Dos pinturas  me impactaron especialmente, «Saturno  devorando a su hijo», del genial Goya  y  «Las Hilanderas» , obra del «impresionista»  adelantado a su tiempo, Diego Velázquez.

El cuadro relata la fábula de Aracne, la joven Lidia de enorme talento, que desató la rabia de toda una diosa del Olimpo, Atenea, hija de  Zeus.

Tenemos a la joven Aracne, a  la derecha, vuelta de espaldas, trabajando  en su tapiz.  A la izquierda,   Atenea, que  finge ser una anciana,  con falsas canas en las sienes, Velázquez  muestra su pierna, de adolescente, (como una Amaterasu virginal tejedora  de un  Universo, todavía incompleto). En el suelo, lo que parecen  trozos de una vasija rota ( las jóvenes de la época conseguían mantener el peso comiendo pequeños pedacitos de barro cocido).

Al fondo, el desenlace de la fábula, el tapiz  muestra a  Zeus, seductor de diosas y mortales.

Frente al tapiz, en otro «nivel» hay  dos figuras:  son la diosa ataviada con sus atributos, el casco y la égida (coraza), en actitud severa frente a una joven desafiante, nuestra Aracne, que, tras su suicidio,  va a ser convertida en araña por toda la eternidad.

En otro plano, más cercano , tenemos a las dueñas, las damas que admiran la obra, una de ellas mirando  hacia el ruidoso taller.

El lienzo,  pintado para Don Pedro de Arce, uno  de los mayores coleccionistas de la historia,  no ingresó hasta el siglo XVIII en las Colecciones Reales, sufriendo entonces unas adiciones de importancia en la parte superior y en el lateral izquierdo que modificaron las  proporciones originales.

Es una composición maravillosa,  metáfora del mundo y sus causalidades.  Hilando en una rueca que parece dotada del  movimiento  que provoca la rivalidad.

Dioses y  mortales,  pintores que querían ser «nobles» …pares de opuestos,  hilos para tejer.

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