TRES ERMITAÑOS (no exactamente los de León Tolstoi)

A un islote perdido del Mar del norte, fueron enviados tres jóvenes novicios provistos de unos pocos enseres, a lo que sería la aventura de  algunas  semanas.  El gran Pope quería investigar sobre la resistencia humana y la convivencia de un grupo pequeño aislado del mundo.

La guerras azotaron Rusia y la Iglesia olvidó a los jóvenes.

Muchos años después, el documento de su viaje fue descubierto entre otros muchos otros… un escalofrío de terror invadió a los religiosos ¿ que habría ocurrido con los pobres ermitaños?. Se decidió enviar un barco para investigar el triste error y sus indudablemente tristes consecuencias.

Tras varios días de viaje y atacados por un frío helador, la tripulación del barco asomó la cabeza con tristeza: allí estaba la peña solitaria y yerma, sólo tres troncos secos plantados en medio de la playa parecían dar la bienvenida. El religioso enviado por la Iglesia bajó a la barcaza y en ella fue conducido a tierra.

Ya en la playa, se asombró y alegró inmensamente. Lo que desde el barco parecían troncos de árbol, eran tres hombres barbudos, ancianos, semidesnudos, pero muy vivos y sonrientes!!

 Tras los abrazos y la alegría, los hombres fueron informados de que debían volver al continente ya que aquella tierra evidente-mente, no era un lugar apropiado para vivir. Pero los ermitaños insistieron en quedarse, habían subsistido durante muchos años y nada les haría dejar su hogar.   El enviado de la Iglesia, escuchó perplejo las palabras inseguras (parecía que durante mucho tiempo habían practicado el silencio) de los ermitaños- en verdad los entendía, de alguna manera habían conseguido sobrevivir!!

-De acuerdo, se quedarán,, pero debemos analizar cuáles han sido las reglas y oraciones sobre las que han sustentado la Fe.

Los tres hombres se miraron y respondieron con sencillez:

-Señor, no teníamos formación cuando llegamos, no sabemos nada más que una oración que hemos inventado nosotros:

-TRES, SOMOS TRES,¡SEÑOR, TEN MISERICORDIA DE NOSOTROS!

El religioso tuvo que sonreír ante tamaño desatino, les prometió enseñarles nuevas oraciones y en unos pocos días, todo estaría «en orden» y él podría marcharse con el barco.

Cada mañana, la barcaza atracaba en la playa y el religioso intentaba instruir a los pobres desgraciados, pero ni siquiera sabían leer y resultaría muy complicado que aprendieran nada.

Los tres ermitaños estaban cada día más tristes. Sabían que no eran nada, no valían para nada y no conseguían recordar lo que el religioso les enseñaba., pero al final consiguieron recordar algunas frases religiosas y el sacerdote, harto de aquel viaje, de tantas idas y venidas, decidió dejarlos y volver al continente,¡ que los de allí decidieran qué se hacía con los pobres hombres!.

La mañana de su partida, todos en el barco miraban con extrañeza la roca aislada. Allí quedaban los pobres viejos!

Cuando ya estaban en alta mar, una luz muy fuerte se acercó al barco. Todos se asomaron para ver lo que era: eran los tres ermitaños que corrían hacia el barco sobre las aguas del mar. Gritaban que necesitaban que el sacerdote les volviera a recitar las frases que habían olvidado.

El religioso, asombrado y reverente les respondió:

-SEGUID CON VUESTRA ANTIGUA ORACIÓN.

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